El CEO se Entera de Mis Mentiras

Chapter 114



Capítulo 114

-Oye, Elena, hoy es el primer día de Raquel en la Universidad del Futuro. ¿Cómo le ha ido?

Elena curvó los labios en una sonrisa despectiva y respondió con burla: -Anita, ¿por qué sigues perdiendo el tiempo preocupándote por Raquel? Ni siquiera es tu rival. Te voy a contar algo que te hará reír: hoy, en su primer día, Raquel ya se hizo famosa...

Ana soltó una carcajada. -Elena, esta noche vamos al bar. Alberto me llevará a jugar unas partidas de cartas. Vente con nosotros y cuéntales este chisme a Alberto y a Carlos.

Raquel había dormido lo suficiente y sus clases del día ya habían terminado.

Al llegar a su dormitorio, vio que, por el momento, solo había otra persona viviendo allí: su compañera de cuarto, Camila.

Camila la miró con entusiasmo. -Tú eres Raquel, ¿verdad? ¡Soy Camila! A partir de ahora, seremos compañeras de cuarto.

Camila era una chica alegre y extrovertida. Sin embargo, en su mejilla derecha tenía una gran mancha de nacimiento. Su piel era blanca, lo que hacía que la marca oscura resaltara aún más.

Al notar que Raquel la observaba con atención, Camila no hizo el menor intento por ocultarla. Esta mancha es de nacimiento. Los médicos dijeron que no se puede quitar. Por eso, mis compañeros me llaman "la chica payaso" a mis espaldas. Nadie ha querido mudarse aquí para compartir habitación conmigo.

Encogiéndose de hombros, añadió: -Si tú tampoco quieres, pues...

Raquel curvó los labios en una sonrisa. —Qué coincidencia. Yo soy una

campesina recién llegada del pueblo. Una campesina y una chica payaso...

suena como la combinación perfecta. Parece que el destino nos ha elegido como compañeras.

Raquel le extendió la mano con amabilidad.

Camila le regaló una sonrisa dulce y tomó su mano con firmeza.

En poco tiempo, las dos se hicieron cercanas. Raquel tomó un gran aprecio por Camila. A pesar de su defecto congénito, ella no tenía ni un ápice de complejo. Al contrario, era una persona luminosa, segura y sin tapujos.

De repente, Camila se aferró a su brazo y exclamó emocionada: ¡Raquelita, vamos! Te invito

a un bar.

¿Un bar?

Capítulo 114

Raquel vaciló por un momento, pero Camila no le dio tiempo de pensarlo y la arrastró consigo.

Raquel y Camila llegaron a El Bar de la Luna. Con un gesto despreocupado, Camila le dijo al mesero: ¡Queremos el salón privado más exclusivo!

Raquel la jaló rápidamente del brazo. -¿Tienes dinero?

Camila se golpeó el pecho con orgullo. ¡Por supuesto que tengo!

Raquel, molesta, guardó silencio.

El mesero sonrió con cortesía y dijo: -Lo siento, señoritas. Nuestro salón más lujoso es de uso exclusivo para el señor Carlos. Y esta noche, él lo ha reservado para recibir al presidente

Alberto.

El Bar de la Luna era propiedad de la familia González, y Carlos era el dueño. Al parecer, esta

noche estaba recibiendo a Alberto.

Camila se sorprendió. —¿El presidente Alberto está aquí?

—Sí. Esta noche, el presidente Alberto vino con su novia, la señorita Ana, a jugar unas partidas de cartas. Nuestro señor Carlos y algunos empresarios los están acompañando. Su salón está justo allí.

Raquel sintió un ligero estremecimiento. No esperaba que Alberto y Ana estuvieran justo en este lugar. Qué coincidencia...

Levantó la vista hacia el interior del salón más lujoso del bar. Efectivamente, ahí estaba

Alberto.

Camila la sujetó con emoción. -Raquelita, vamos a echar un vistazo.

Raquel fue arrastrada hasta la puerta del salón privado. Desde ahí, pudo ver el ambiente animado en su interior. Varias personas jugaban a las cartas, y Alberto estaba sentado en el lugar principal de la mesa de juego.

Esa noche, él llevaba un atuendo clásico de galán: camisa blanca y pantalón de vestir negro. Los primeros botones de la camisa estaban desabrochados, dejando entrever su clavícula perfectamente esculpida. Sostenía las cartas en una mano, su postura era elegante y distinguida, pero con un aire de relajada despreocupación que lo hacía aún más atractivo.

A su lado, sentada muy cerca de él, estaba Ana. Llevaba un vestido de tirantes con estampado floral. Las grandes rosas en la tela florecían con intensidad, haciendo que su belleza resaltara

aún más.

Juntos, el imponente empresario y la delicada bailarina de ballet formaban una pareja tan

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llamativa como un imán. Era imposible no fijarse en ellos.

Carlos y otros dos jóvenes adinerados también estaban en la mesa, todos concentrados en el juego.

Carlos parecía de buen humor. -Alberto, parece que vas a perder otra vez. Esta noche perdido bastante dinero.


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