El CEO se Entera de Mis Mentiras

Chapter 124



Capítulo 124

Alberto observó la pequeña cama de Raquel, donde la cobija y la almohada estaban bien dobladas, pero justo hacía un momento ella se había bañado y una camiseta blanca sin mangas había quedado sobre la cama.

Alberto la miró rápidamente y desvió la mirada, girándose hacia la chica que estaba detrás de él.

Raquel intentó explicar. -Hoy le pegué a Felipe porque...

-Raquel, te traje a la Universidad del Futuro para que estudiaras y aprendieras medicina. ¿Y qué estás haciendo ahora? ¿Durmiendo en clase? ¿Pelear después de clases? No puedes ser tan brillante como Ana, pero no puedes andar creando problemas. ¡Ahora toda la familia Mendoza quiere echarte de la Universidad del Futuro! ¡No siempre tengo tiempo para venir a solucionar tus problemas!

Alberto explotó todo su enojo acumulado y le dio una reprimenda a Raquel sin piedad.

Raquel lo miraba, viendo su ira.noveldrama

Él ni siquiera quería escuchar su explicación.

Para él, ella era simplemente una persona así.

No se podía comparar con Ana.

El Alberto de ahora no tenía nada que ver con el que anoche estaba en el salón del bar jugando

cartas con Ana.

Anoche, él había sido tan cariñoso con Ana, comiendo las uvas que ella le daba y bebiendo el

vino que ella le ofrecía.

Pero ahora, con Raquel, estaba frío y molesto.

Ana era la que le gustaba.

Raquel era la que le desagradaba.

Los ojos claros y brillantes de Raquel lo miraban en silencio. -Presidente Alberto, lo siento, he desperdiciado su tiempo.

Alberto se detuvo un momento.

Raquel esbozó una pequeña sonrisa. -No sé por qué el director de orientación te llamó, hablaré con él. Tú no eres mi tutor, así que no hace falta que te preocupes por mis asuntos, presidente Alberto.

Capítulo 124

Con estas palabras, Raquel se dirigió hacia la puerta y trató de abrirla. - Presidente Alberto, puede irse.

La ira de Alberto alcanzó su punto máximo en ese instante. Tomó la delicada muñeca de Raquel con fuerza. Raquel, ¿qué actitud es esa?

Raquel intentó zafarse de él.

No lo logró, pero Alberto dio un paso atrás y su rodilla chocó contra la cama de ella. Los dos cayeron sobre la cama.

Era la cama de Raquel, llena de su fragancia juvenil. Alberto no era ajeno a esa fragancia, ya que había dormido con ella en la misma cama en dos ocasiones.

Durante estos dos días en que ella se había mudado de la casa Díaz, él había dormido en la sala de descanso de la empresa.

No había estado cerca de su dulce fragancia juvenil en dos días, y ahora, de repente, se

encontraba envuelto en ella.

Por supuesto, la sensación que le invadió al caer sobre la cama fue el cuerpo suave y sin fuerzas de Raquel, que se desplomó sobre su torso firme y erguido.

Ella acababa de bañarse, y cada uno de sus cabellos exhalaba una fragancia agradable.

Los músculos de Alberto se tensaron al instante, y su manzana de Adán se movió rápidamente.

Raquel soltó un grito, sorprendida de que ambos cayeran sobre la cama.

Las pequeñas manos de Raquel intentaban apoyarse sobre él para levantarse.

Pero su delicada muñeca fue atrapada nuevamente, y la voz grave del hombre se escuchó con una advertencia. Raquel, ¿dónde estás tocando?

Las suaves palmas de Raquel aún estaban rígidas, parecía que había tocado sus músculos

abdominales.

-Yo... Intentó explicarse.

Pero Alberto extendió la mano, la atrajo hacia su pecho y, de forma cansada y perezosa, miró el techo, diciendo con voz ronca; Raquel, ¿no puedes ser un poco más obediente?


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