El CEO se Entera de Mis Mentiras

Chapter 126



Capítulo 126

Alberto también se dio cuenta de que algo no estaba bien. La miró por un momento y luego soltó su mano.

El pequeño pie blanco y suave de ella se retiró al instante, ocultándose bajo su falda.

Alberto se sentó erguido y volvió al tema. -Este asunto lo resolveré yo...

Raquel, acurrucada en la cama, se negó. -Presidente Alberto, gracias por su buena intención, pero no es necesario.

Alberto la miró fijamente. -Raquel, no seas ingrata. ¿Crees que me interesa meterme en tus problemas?

-¡Entonces no te metas! Desde el momento en que me echaste de la casa Díaz, mis problemas ya no te conciernen.

La atmósfera entre los dos se tensó de inmediato. Alberto estaba al borde de la furia.

En ese momento, Raquel levantó una ceja con sutileza, y sus ojos brillantes se posaron nuevamente sobre él. -¿No te satisfizo Ana anoche?

Alberto se detuvo en seco.

-Si te satisfizo, ¿qué buscas conmigo? ¿No es solo porque quieres que te ayude una vez más y te lo agradezca?

Alberto recordó aquella noche lluviosa, una noche que solo él y ella conocían, algo que compartieron entre los dos.

Él la ayudó, ella le agradeció.

Alberto se levantó de inmediato. -Solo un tonto como yo vendría a buscarte.

Diciendo esas frías palabras, dio media vuelta y se fue.

Se fue.

Raquel abrazó su cuerpo con ambos brazos delgados. Alberto, mis problemas no

te pertenecen, no me hagas favores, sé cruel y frío como siempre.

No necesito tu limosna.

En ese momento, la puerta de la habitación se abrió, y Camila entró. -Raquelita, ¿por qué se fue tan rápido el presidente Alberto? ¡Vino con tanta dificultad, deberías haber intentado retenerlo! No lo puedes dejar con Ana, esa otra.

Camila, que había salido discretamente, había hecho todo para darles tiempo a Raquel y

Capitulo 126

Alberto para estar a solas.

Raquel, por supuesto, entendía las buenas intenciones de Camila. Sonrió amargamente.

Déjalo, Camila. No le gusto.

Camila quiso decir algo, pero Raquel cambió de tema. -Lo que realmente importa

ahora es resolver la crisis que tenemos frente a nosotros.

Los ojos de Camila brillaron. -Raquelita, ¿ya tienes un plan?

Claro que lo tenía.

No necesitaba la ayuda de Alberto, ella misma podía resolverlo.

Raquel se levantó de la cama, recogió su largo cabello negro con descuido, dejando al

descubierto su cuello de cisne, y le dijo a Camila: -Vamos, Camila.

Camila, confundida, preguntó: -¿A dónde?

Raquel parpadeó juguetonamente y, con una mirada astuta, respondió: —¡A encargarnos de ese Felipe!

Camila rió. Cuando Raquel había detenido su mano en la oficina del director y le pidió que esperara, ya sabía que Raquel tenía un plan.

-¡Perfecto, vamos!

Alberto regresó a su lujoso auto Rolls-Royce Phantom. El secretario Francisco, que estaba en el asiento del conductor, echó un vistazo al rostro sombrío de su jefe y, con cautela, le preguntó: -Presidente, ¿qué debemos hacer con el asunto de la señora?

La voz de Alberto era completamente fría. -No te preocupes por ella. Que resuelva sus propiosnoveldrama

problemas.

Luego, soltó un bufido. Cuando finalmente la echen de la Universidad del Futuro, estaré esperando a que vuelva llorando a pedirme ayuda.

Francisco, sin saber qué decir, se quedó en silencio.

¿Otra pelea entre los dos?

En ese momento, el teléfono de Francisco sonó.

-Presidente, jel asunto con la señora ha dado un giro!


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